En 1985, una momia congelada y medio enterrada de un niño pequeño fue recuperada de la montaña de Aconcagua en Argentina.
Ahora, un equipo de científicos ha logrado extraer y secuenciar su ADN mitocondrial a partir de una biopsia de los pulmones de la momia.
Los resultados son asombrosos e indican que el niño pertenecía a una población genética cuyo linaje no se había identificado previamente en los nativos americanos modernos.
Cuando la momia fue descubierta por primera vez por un grupo de montañeros en 1985, se encontraba semienterrada en la base de la montaña Pirámide cerca de Aconcagua, en la provincia argentina de Mendoza. La momia fue identificada como un niño que habría tenido alrededor de 7 años al momento de su muerte.
La causa de la muerte puede deberse al controvertido sacrificio de Capacocha, que algunos argumentan que los incas realizaban de forma rutinaria hace cinco siglos en momentos de dificultad. [Nota del editor: Hay fuerte evidencia que sugiere que de hecho no fue el Inca sino un número de tribus conquistadas por el Inca que llevó a cabo el sacrificio.]
El Ritual de Capacocha
Aunque sigue siendo objeto de debate, se ha argumentado que el ritual de Capacocha tuvo lugar cuando los incas atravesaban circunstancias difíciles, como la muerte del emperador, un período de malas cosechas o como respuesta a un desastre natural.
Se pensaba que los niños elegidos tenían entre 6 y 15 años, eran de gran belleza y normalmente se decía que eran hijos de caciques.
Estos niños fueron enviados a Cuzco donde pudieron haber participado en una celebración que involucraba sacrificios de animales y matrimonios simbólicos que tenían como objetivo fortalecer los lazos entre las diferentes poblaciones del Imperio Inca.
Al finalizar las celebraciones, todas las personas regresaron a sus lugares de origen antes de que los niños fueran llamados nuevamente para ir a sus destinos finales.
Se decía que los niños que iban a ser sacrificados habían sido llevados a una montaña sagrada previamente elegida donde harían el último sacrificio. Algunos eruditos argumentan que este destino le fue dado al niño al momento de su nacimiento y aceptado por él / ella como un deber.
Se consideraba que estos niños eran los seres más puros y fueron enviados a contactar a los dioses con un mensaje de su pueblo.
Se ha argumentado que los niños se prepararon para su destino con meses de anticipación al comer una dieta de maíz y proteína animal. También se dice que estaban provistos de ropa fina y ricas joyas cuando eran enviados a cumplir con sus deberes.
Habría sido un viaje largo y complicado por lo que supuestamente se animaba a los niños, especialmente a los más pequeños, a consumir hojas de coca, que les habrían ayudado a respirar durante el duro ascenso a la cima de la montaña.
En la parte superior, se decía que los niños estaban ebrios y luego κιʟʟᴇᴅ por estrangulamiento o, más comúnmente, por un golpe en la cabeza. Luego, el cuerpo fue colocado dentro de un hoyo en el suelo. El cadáver del niño habría estado acompañado de un rico ajuar funerario consistente en adornos personales, textiles, alimentos y muchos objetos cotidianos.
Según las creencias incas, los niños no morían, sino que se reunían con sus ancestros después de su fallecimiento terrenal. Se pensaba que este sacrificio había fortalecido los lazos entre Cuzco y los lugares más remotos del Imperio Inca, así como la relación entre dioses y hombres, trayendo salud y prosperidad a todo el territorio en ese momento.
Análisis Genético de la Momia Andina
Ahora, tal y como informa la revista Scientific Reports del grupo Nature, los científicos han conseguido extraer ADN de una biopsia de pulmón de la momia del niño para secuenciar el genoma mitocondrial.
Un análisis a través del cual ha sido posible identificar un nuevo haplogrupo que, hasta el momento, no había sido detectado en poblaciones contemporáneas, y que ha sido denominado C1bi.
En colaboración con investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, científicos liderados por el genetista y profesor de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) Antonio Salas Ellacuriaga, y el pediatra Federico Martinon, jefe de pediatría clínica del Hospital Clínico de Santiago. de Compostela, creen que el linaje del niño apareció hace unos 14.000 años.
Ellos creen que el linaje probablemente llegó al área durante las primeras olas de inmigración en las Américas. Además, argumentan que una de las posibles razones de su declive fue el debilitamiento que sufrieron los primeros pueblos americanos tras la llegada de los europeos y las epidemias que trajeron consigo.
Los expertos creen que aún pueden existir descendientes vivos de este linaje en algunas partes de Perú y Bolivia. También han notado una alta afinidad del haplogrupo C1bi en restos óseos pertenecientes a un individuo que vivió en el antiguo imperio Wari (Huari).
Tal y como explica Antonio Salas Ellacuriaga en el diario El Mundo, el genoma mitocondrial lo transmiten las madres a sus hijos y:
“es una parte del genoma que nos da información valiosa desde el punto de vista de la población. Los Wari se antecedieron a los Incas, pero coincidieron con ellos en espacio y tiempo, por lo que los Incas pudieron tener algún parentesco con ellos.
No es casualidad que hayamos analizado un individuo Wari y los resultados sean un perfil afiliado al mismo linaje. Por lo tanto, creemos que debería ser común”.
Según el diario El Faro de Vigo, este trabajo se suma a un gran esfuerzo bioinformático y matemático que permite comparar los resultados obtenidos mediante pruebas de laboratorio con una base de datos global de aproximadamente 28.000 mitogenomas completos y más de 170.000 secuencias parciales.
Metas y Proyectos Futuros
La aplicación de técnicas modernas de ADN aumenta la posibilidad de un mejor conocimiento de las enfermedades y estilos de vida de las civilizaciones más antiguas.
Por tanto, el próximo objetivo de este equipo científico será secuenciar el genoma completo del niño. Si lo logran, tendrán acceso a datos que podrían brindar información sobre enfermedades que pudo haber padecido el niño y quizás también sus características físicas.
Al mismo tiempo, el equipo también está tratando de obtener el primer microbioma ancestral, lo que les permitirá saber más sobre el ecosistema microbiano del niño. Tal y como afirma el genetista Salas Ellacuriaga en el diario El Mundo:
“Muchos indígenas e incas murieron por epidemias, por patógenos, por lo que estudiar un microbioma arcaico nos permitiría ver su arquitectura. El pulmón no es un tejido estéril.
Tenía una fauna y una flora que nos gustaría definir porque puede dar información muy interesante sobre los patógenos y cómo produjeron infecciones pasadas”.
Fuente: theupdatepost.com