Un grupo de buzos ingresó recientemente al sistema de cuevas de Sak-Aktun en la península de Yucatán. Allí, descubrieron esqueletos humanos de aproximadamente 12.000 años de antigüedad. Guillermo de Anda, un experto arqueólogo, creía que en una de las cavernas se descubrió un cráneo humano encerrado en piedra caliza.
El agua de lluvia, según los científicos, tiene la culpa. Muchos de esos huesos, según muchos historiadores, pertenecen a indios mayas que bajaron allí en busca de agua. Los investigadores encontraron que el cráneo mencionado anteriormente era increíblemente interesante, pero después de un estudio más profundo, decidieron evitar hablar de él.
Además, un periodista mexicano llamado Pedro Sanche afirmó haber recibido información confidencial de un informante, afirmando que el cráneo en cuestión contenía un implante artificial. A pesar de que los expertos inicialmente creyeron que se trataba de una típica placa de metal implantada en el cerebro, resultó ser algo completamente diferente. Según Sanche, se trataba de un microchip que se había insertado hace más de 12.000 años.
Debido a que todo el asunto se conoce como alto secreto, nadie entiende quién insertó el microchip en la cabeza del maya o cuáles son las consecuencias de esta revelación.