A continuación se muestra una serie de fotografías increíbles de la aurora boreal (aurora boreal), una de las cuales forma el contorno de un fénix, un ave mítica que come fuego, común en una variedad de mitologías antiguas. Con las alas extendidas, el llamativo perfil de un feroz emerge en el cielo nocturno, todo capturado por el fotógrafo Hallgrimur P Helgason. Las imágenes cautivaron rápidamente a los observadores de estrellas en Kaldasel cuando se publicaron y exhibieron. Hallgrimur dijo que el ave apareció en el cielo nocturno una hora después de que llegó allí y comenzó a disparar. “Es realmente emocionante fotografiar la aurora, especialmente cuando están tan juguetonas como esa noche. Debo admitir que siempre me sube la adrenalina cuando las luces estallan así; esa toma en particular fue la mejor de la noche, dijo”.Hillgrimur usa un trípode para colocar su cámara al fotografiar las luces y aconseja tomar las fotos lejos de la contaminación lumínica de la ciudad, sin usar nunca el flash. Dijo que las auroras boreales se mostraban principalmente en colores verde y amarillo cuando estaba fotografiando esa noche, pero también lucían rojo y azul, lo que sugiere que la aurora era fuerte.La aurora boreal ocupa un lugar destacado en la mitología nórdica. Una leyenda sugiere que las luces eran reflejos o resplandores de los escudos y armaduras de las valquirias, guerreras que elegían quién podía morir en la batalla y quién podía vivir para luchar otro día. Morir en la batalla parecía ocupar bastante la mitología nórdica y también se creía que la Aurora era el “Puente Bifrost”, un arco brillante y palpitante que conducía a los caídos en la batalla al lugar de descanso final del guerrero en Valhalla.
Los indígenas saami creen que estas luces son sus ancestros visitándolos. Los indios salteaus del este de Canadá y los kwakiutl y tlingit del sudeste de Alaska interpretaron las auroras boreales como el baile de los espíritus humanos. Los inuits que vivían en la parte baja del río Yukón creían que la aurora era la danza de los espíritus animales, especialmente los de los ciervos, lobos, focas, salmones y belugas. En Finlandia, se pensaba que un zorro místico había creado la aurora, su cola tupida rociaba nieve y lanzaba chispas al cielo.